Hace mucho tiempo, Shibai, tras someterse a un largo ciclo de evolución, logró alcanzar la divinidad, con poderes inigualables. Finalmente, abandonó su cuerpo físico y ascendió a otra dimensión, y su poder fue reverenciado por el resto del clan.
Hace un milenio, Kaguya e Isshiki fueron elegidos para cultivar el Árbol Dios en el planeta Tierra y cosechar su fruto de chakra, con Kaguya sirviendo de sacrificio al retoño de las Diez Colas. En lugar de ello, Kaguya deseaba tomar el fruto del chakra para sí misma, traicionando a Isshiki en el proceso, a quien dio por muerto. Desesperado, Isshiki utilizó su Sukunahikona para reducir el tamaño de su cuerpo e infiltrarse en el de un monje llamado Jigen, apoderándose de él por medios parasitarios. Mientras tanto, Kaguya desarrollaría poco a poco un apego por el planeta que pretendía destruir e incluso se enamoraría de un humano, para luego consumir ella misma la fruta de chakra y utilizar su poder divino para poner fin a la constante guerra de la población humana de la Tierra con el Tsukuyomi Infinito, lo que dio lugar a la paz mundial y a que se la considerara inicialmente como una deidad benévola. Previendo las consecuencias de consumir el fruto del chakra en contra de los deseos de su clan, convirtió a las víctimas encarceladas del Tsukuyomi Infinito en un Ejército Zetsu Blanco por miedo a que su clan volviera a tomar su chakra, un acto que hizo que los humanos la vieran como un demonio y que los Ōtsutsuki la condenaran como una traidora.
